
Esos rincones de Hospi…
Qué cierto es eso de no dejarnos llevar por las ideas preconcebidas, y eso es lo que ocurre con lugares como L’Hospitalet de Llobregat, más aún después de haber vivido algunos años en lugares turísticos de costa donde parece que cualqueir esquina o rincón ya es lo más sólo por estar donde está.
Y ciertamente, la primera impresión que tenemos de esta ciudad es la de una ciudad dormitorio con edificios altos y bloques de viviendas, sin embargo, caminando por sus calles, te puedes encontrar con regalos para el paladar como Sucapa.
El nombre ya invita, con su juego de palabras a la catalana, a que va a estar todo de ‘toma pan y moja’, y de hecho, me encantó que nos trajeran además del pà amb tomàquet , un bol con más pan por si queríamos ‘sucar’ en alguno de los platos, maravilloso, lo de mojar pan en los platos es algo que no debemos perder, y no por eso perdemos nada de glamour.
Este espacio cómodo y acogedor nos ofrece las propuestas de cocina innovadora de mercado de la mano de Edgar Sucarrats y Mireia Palau, y lo mejor es dejarse llevar por sus sugerencias.
Nosotros decidimos ir aprobarlo y desde luego la experiencia fue más que sobresaliente.
Para empezar, elegimos una patatas Sucapa, que son una versión muy original de las bravas, y que es uno de los platos que yo suelo valorar como indicativo para valorar un restaurante, junto con unas buenas croquetas, que esta vez dejamos pasar, y un pulpo con parmentier de patata y un aceite de pimentón, los dos buenísimos.
Para completar nuestros entrantes nos dejamos asesorar por las sugerencias del día y optamos por unas gambas a la sal que estaban de llorar.
Sabíamos que una de las especialidades de este restaurante eran los arroces, y decidimos pedir uno, pensando en principio en uno típico de bogavante o marinero, pero cuando nos dieron entre las sugerencias la opción de una arroz seco de bacalao con ajos tiernos y butifarra negra, sólo pensar en la originalidad de la mezcla de sabores nos llamo la atención, y desde luego que acertamos; la melosidad de la gelatina del bacalao con el puntito potente de los ajos tiernos y la butifarra creaban un contraste brutal, por no decir del punto del arroz que era perfecto.
Para terminar , dos versiones de postres muy típicos: la tarta tatin y el cheesecake, las dos versiones muy chulas pero me quedo con el cheesecake escondido bajo una espuma cremosa y suavísima de queso, que escondía helado de frambuesa, con frambuesas liofilizadas que le daban un toque crujiente muy interesante y fresquito, y la galleta en crumble, desde luego todo un acierto de versión y muy adecuado para finalizar el menú con algo ligero.
La tarta tatin, también muy buena con el contraste entre el helado de leche fresca y el caliente de la tarta con un poco de una especie de sirope de mango y sirope de fresa, y por supuesto una presentación muy apetecible.
Estoy convencida de que esta no será mi última visita, porque además el servicio fue estupendo, todo a tiempo pero sin ir con prisas y tampoco dejando horas entre plato y plato.

