
Escapada a la capital polaca.
Polonia es uno de esos destinos que no te vienen a la primera a la cabeza, cuando estás pensando en hacer una escapada o un viaje relativamente corto, sin embargo, desde el primer momento en que nos decidimos por ir allí, empezamos a descubrir que es uno de los grandes olvidados con maravillas que ofrecer, lugares chulos para visitar y una gastronomía contundente para enfrentarse a los inviernos fríos del centro de Europa.
Nuestro primer contacto con Polonia fue algo más que una escapada ya que hicimos un viaje de una semana, visitando algunas ciudades y en transporte público, aunque en esta entrada me centraré en la capital, Varsovia, perfectamente asequible para una escapada de fin de semana.
Antes de preparar el viaje, es importante mirar las opciones de vuelos a otros aeropuertos que no sean el principal ya que puedes ahorrar bastante dinero para invertir en otros momentos del viaje, aunque en el caso de un viaje corto puedes estar más limitado.
Para mí la mejor opción para buscar combinaciones de horarios y trayectos es Skyscanner.
Nuestra opción más económica fue viajar desde Barcelona a Varsovia, y volver a Barcelona desde Berlín, haciendo los trayectos intermedios entre ciudades, en tren.
Llegamos relativamente pronto al Aeropuerto Frederic Chopin de Varsovia, sobre las 13.30, con lo que teníamos bastante día para instalarnos y tomar contacto con la ciudad.
El alojamiento en Varsovia lo reservamos a través de Airbnb, donde encontramos una gran oferta a precios muy asequibles; nuestro apartamento estaba bien comunicado y relativamente céntrico.
Nuestros viajes, en el fondo, siempre son gastroviajes, y uno de los sitios que visitamos de cada lugar al que vamos, es algún restaurante destacado. En este caso, fuimos directamente desde el aeropuerto con maletas incluidas, a U Kucharzy, totalmente recomendable, en especial el tartar de ternera que te preparan directamente en la mesa.

Por supuesto, y siguiendo alguna recomendación del chef, probamos delicias de la gastronomía más tradicional polaca como los pierogi rusos de queso blanco y la sopa Zurek.
Aunque hay muchas más cosas que ver y hacer en la capital polaca, al tener el tiempo limitado, teníamos que elegir.
Una vez instalados en el apartamento de la calle Orla, aunque a las 5 de la tarde ya es casi de noche, aprovechamos para dar una vuelta y ver el Palacio de Cultura, todo cubierto de niebla como si fuera una escena de Cazafantasmas; cogimos alguno víveres, y de vuelta en tranvía a coger fuerzas para el día siguiente.
El segundo día, aunque pintaba un poco feo, al final se arregló, y nos fuimos a visitar el Mercado de Hala Mirowska, que aunque mantiene la antigua estructura su interior se ha convertido en un supermercado.
La siguiente parada era el Museo Copérnico de la Ciencia, donde llegamos apenas 15 minutos después de abrir y ya había unas colas inmensas, así que es recomendable ir con entrada reservada; y al lado muy cerquita, un edificio emblemático de la ciudad, con una arquitectura asombrosa: la Biblioteca de la Universidad de Varsovia, una pena que estuviera cerrada y sólo la pudiéramos ver por fuera.
Desde allí, nos dimos un paseíto hasta la zona del casco histórico con sus edificios señoriales, como el Hotel Bristol y por supuesto el Palacio Presidencial, donde tuvimos la gran suerte de coincidir con el cambio de la guardia.
Después de un día agotador, hicimos una parada para comer en un sitio súper tradicional, en la zona histórica, pero intentando huir de las trampas para turistas que se quedan en nada, auqnue después nos enteramos de que se trataba de una cadena, pero la verdad es que estaba genial. Nuestra apuesta, tanteando sobre el terreno, porque aquí no teníamos ninguna referencia, fue Zapiecek, con el frío que hacía y lo cansados que estábamos, recuperamos fuerzas.

Al día siguiente nos esperaba Krakovia, uno de los highlights del viaje, pero para una escapada de fin de semana, un par de días disfrutando de la capital polaca está más que bien.


One Comment
Rigodon Perigord
Nosotros estuvimos en Cracovia y la verdad es que, en mi humilde opinión, es mucho más bonita y manejable que la gran capital Varsovia. Además tiene cerca las majestuosas y curiosas minas de sal de Wielickza que son un must en todo viaje al país de Kapuscinski. Muy buena entrada Mary, te felicito.