
Al Azkena se va y punto.
Por suerte he crecido en una familia en la que siempre se ha tenido un gran amor a la música, desde el flamenco al ‘No me hables’ de Juan Pardo, pasando por la clásica.
Desde bien pequeña he estado escuchando a la Creedence (como se le llama en España), a los Rolling (también cortesía española), a Dr. Feelgood, y John Hiatt entre otros (al que yo creía negro en mi tierna infancia por ese pedazo de voz, y aluciné cuando vi una foto suya por primera vez).
Por eso festivales como el Azkena, al que he tenido el honor de asistir por tercera vez, me reconcilia con la humanidad.
Si algo se le puede reprochar al mejor festival de rock de toda España, y hasta me atrevería a decir de Europa, es que tarden tanto en confirmar las bandas; en realidad no es tanto, porque estas gestiones llevan su tiempo, pero es que los azkeneros, cuando termina una edición ya estamos como locos empezando a preparar la siguiente, aunque ciertamente, la mayoría compramos a ciegas en cuanto salen las fechas.
Cuando confirmaron las bandas de este año, casi me da un vuelco el corazón, John Fogerty con sus clásicos de la Creedence (aunque no era la primera vez que lo veía), y Chris Isaak, al que vimos bajo la lluvia en un concierto épico en el mismo recinto, allá por el 2010.
Una cosa básica es hacerte un planning de qué bandas vas a ver, porque es imposible verlas todas, a no ser que estés de oca a oca y tiro porque me toca, pero así no disfrutas, así que hay que planificarse bien.
El primer día llegamos con tantas ganas que aún tuvimos que esperar un rato hasta que abrieron puertas. Nuestro tour iba a comenzar con The Soulbreaker Company, algo de The Shelters de pasada (venían apadrinados por Tom Petty, así que la carta de presentación no podía ser mejor), King’s X, y a partir de ahí, a coger fuerzas en algunos de los puestos de comida (con gran variedad a elegir) y a prepararnos para los platos fuertes, Cheap Trick y John Fogerty; a The Hellacopters no llegamos, quedaba todavía mucho festival y las fuerzas no son las mismas con 20 que con 40, aunque las críticas dicen que fue un gran conciertazo, que los redimió en parte, del fiasco del año anterior.
The Soulbreaker Company, banda de la tierra no sonaba mal, pero para mi gusto, y tocando a primera hora, les sobró un poco de psicodelia indie, igual para otro momento o para otro festival.
The Shelter sonaban bien, más cercano al rock sureño y recordándome en algunos momentos al rock elegante por toques rebeldes de Jakob Dylan y sus Wallflowers; tengo que darles una nueva escucha porque me soaron muy bien.
King’s X eran unos totales desconocidos para mí, pero no para mi marido así que los escuchamos desde lejos preparando ya la estampida para coger buenas posiciones para Cheap Trick y John Fogerty.
No tengo palabras, en primera línea como si los estuviera escuchando en una sala pequeña si no fuera por los pantallotes que iban haciendo barrido del mogollón de gente que se agolpaba en el escenario God, dedicado a Chuck Berry y Chris Cornell.
No decepcionaron, y Fogerty rockeó a lo grande con la compañía de su hijo que apunta maneras.
El día siguiente lo empezamoscon una banda qe no conocíamos, Inglorious, pero que nos sorprendió con un Nathan James dándolo todo; es lo que tiene este festival, que siempre te vas con grandes descubrimientos.
Seguimos con Loquillo y una banda en la que me encantó ver a Josu García, gran musico que descubrí allá por finales de los 90 con la Tercera República, y después en muchas otras bandas de rock, como Los Rollers, banda de covers liderada por Tarque. Fue puro show, y me encantó ver a niños y niñas pequeños con sus padres coreando a gritos los temas del loco.
Mientras reponíamos fuerzas en la parrilla argentina, teníamos de fondo a Michael Kiwanuka, una de las grandes estrellas de esta edición, pero igual no lo escuché en el momento adecuado pero esa mezcla de soul melancólico con solos de guitarra interminables, no terminaban de encajarme, así que nos fuimos al escenario Love a disfrutar de los Thunder. Otra vez, nuevos para mí, pero dando una masterclass de rock y haciendo que el público vibrara.
Así hicimos hora para el sr. Isaak, de nuevo en el Azkena, y de nuevo con el cielo amenazando lluvia, pero esta vez se comportó; conciertazo como siempre, rock elegante y esos falsetes que sólo él sabe hacer.
El colofón de este año lo ponían los Cult, con un Ian Astbury mucho más centrado que la última vez que fue con su banda a Gasteiz.
Dos noches memorables, para la que para mí y para muchos ha sido la mejor edición de este festival, por las bandas, la organización, el recinto….vaya que ya estamos deseando que empiecen a confirmar bandas para el año que viene (además de Beast of Bourbon, que no dudo que suenen bien).

